Haciéndoles una pequeña introducción.
Antes que nada voy a tener que chutarme la frase de: "como soy nuevo en esto espero les guste".
Dicho lo anterior creo que trataré de escribir algo de historias o vivencias propias y quizá algunas fusiladas intentando hacerlas amenas a ojos extraños, así como lo que se me vaya ocurriendo , de todo un poco, si esto no se lo lográse pues de cualquier forma seguiré escribiendo y sin más por el momento les dejo este relato a ver que les parece.
DE NIÑOS.
-Si creo en los fantasmas, pero no quiero ser uno de ellos cuando muera.
El pequeño Rolando tenía razón, porque a sus 10 años, temía a los fantasmas y no quisiera convertirse en algo que asustaba, él solo tenía sueños de ser como su padre; un gran charro, montar yeguas bravas y lazar reses.
-Mi abuelo decía que aquí en la hacienda se aparece la llorona en tiempo de remolinos, pero yo creo que su llanto es el aire cuando pasa entre las ramas de los pirules.
Alberto, hermano mayor de Rolando ambos hijos del capataz, tenía algo de razón, yo mismo había escuchado esos ruidos.
-¿Y tu qué piensas Carlos?
Me quedé callado como de costumbre, no me gustaba pensar en fantasmas o apariciones, porque cuando mi mamá murió, al día siguiente me dijo que siempre estaría conmigo, cuidándome, entonces yo sabía que la gente no moría, simplemente se hacían invisibles, pero a mis 11 años nadie me creyó cuando lo comenté en la iglesia donde mi mamá dormía profundamente.
Prefería seguir echando leña a la fogata para que el frío no se sintiera tanto, pero estos dos insistían en que contestara y lo hice:
-Yo creo que cuando los fantasmas si existen pero no son malos, es solo que se enojan porque la gente no les hace caso, si todos los viéramos y escucháramos, ellos estarían mas tranquilos, como tú rolando cuando me hablas en la escuela y yo no volteo porque la maestra me regaña y luego te enojas, así mismo ellos. Pero mejor planeemos el viaje de mañana al arroyo, yo ya conseguí un machete...
El pequeño Rolando tenía razón, porque a sus 10 años, temía a los fantasmas y no quisiera convertirse en algo que asustaba, él solo tenía sueños de ser como su padre; un gran charro, montar yeguas bravas y lazar reses.
-Mi abuelo decía que aquí en la hacienda se aparece la llorona en tiempo de remolinos, pero yo creo que su llanto es el aire cuando pasa entre las ramas de los pirules.
Alberto, hermano mayor de Rolando ambos hijos del capataz, tenía algo de razón, yo mismo había escuchado esos ruidos.
-¿Y tu qué piensas Carlos?
Me quedé callado como de costumbre, no me gustaba pensar en fantasmas o apariciones, porque cuando mi mamá murió, al día siguiente me dijo que siempre estaría conmigo, cuidándome, entonces yo sabía que la gente no moría, simplemente se hacían invisibles, pero a mis 11 años nadie me creyó cuando lo comenté en la iglesia donde mi mamá dormía profundamente.
Prefería seguir echando leña a la fogata para que el frío no se sintiera tanto, pero estos dos insistían en que contestara y lo hice:
-Yo creo que cuando los fantasmas si existen pero no son malos, es solo que se enojan porque la gente no les hace caso, si todos los viéramos y escucháramos, ellos estarían mas tranquilos, como tú rolando cuando me hablas en la escuela y yo no volteo porque la maestra me regaña y luego te enojas, así mismo ellos. Pero mejor planeemos el viaje de mañana al arroyo, yo ya conseguí un machete...